Planeta Invernadero

6 May 2025 | Blog

En mi pueblo, Navalafuente en Madrid, hay una explotación de ganadería láctea que hace unos años multiplicó el número de reses a cerca de mil cabezas. Para el lector o la lectora muy urban@: las vacas, como los seres humanos, cagan y mean. La empresa tiene que deshacerse del purín continuamente y lo hace de forma peculiar. Lo desplaza en inmensos remolques con tanques de muchos metros cúbicos a diferentes fincas en los alrededores del pueblo y ahí vacía el tanque en prados y campos con una gruesa manguera, a chorro, dejando embalsitos de purín de varios decímetros de profundidad, como podéis ver en los archivos gráficos de más abajo. Algunas de estas fincas semiabandonadas están pegadas a los arroyos que vierten sus aguas a los embalses del Canal de Isabel II. Poco a poco, estos vertidos con alto contenido de nitrógeno van contaminando el suelo, el aire y las aguas – las superficiales y los acuíferos subterráneos; día tras día, mes tras mes, año tras año.

En mi país natal, los Países Bajos, el problema de la contaminación de nitrógeno por la ganadería láctea intensiva es gordísima. Países Bajos tiene una población muy densa de humanos: 18 millones en un territorio el tamaño de Galicia, mientras que el número de animales ‘productores’ es altísimo también: 100 millones de gallinas, 11 millones de cerdos y casi 4 millones de vacas. Todos los expertos científicos avisan de los efectos desastrosos a largo plazo de los purines y otros ‘daños colaterales’ de la ganadería intensiva. El número de cabezas de ganado es simplemente insostenible. Pero como los ganaderos tienen sus intereses económicos, son muy vociferantes y están muy bien organizados, resulta muy difícil acordar medidas sensatas para disminuir radicalmente el número de cabezas.

La agricultura y la ganadería moderna intensiva causan muchos otros problemas en todo el mundo. En España, por ejemplo, estamos viviendo la desgracia del aumento de las macrogranjas de cerdos, el ‘Doñanicidio’ causado por los pozos ilegales de los productores de fresas y la agonía del Mar Menor, que dentro de poco habrá que rebautizar ‘Mar Muerto Bis’, si continúa la contaminación causada por pesticidas y fertilizantes.

Me acordé de muchos de estos problemas al leer la novela ‘Planeta Invernadero’ de Rafael Navarro de Castro, publicada en 2024. ‘Planeta Invernadero’ se refiere tanto al calentamiento global por el efecto invernadero, como al mundo de los invernaderos de plástico en El Poniente, Almería, donde discurre la novela. A través de los ojos de la protagonista, una ingeniera agrónoma de mediana edad, Rafael describe de forma convincente el mundo de los intereses creados en El Poniente, el mundo de firmas de pesticidas, fertilizantes y semillas, el mundo de agricultores con pocos escrúpulos y el mundo de políticos corruptos, todos solamente pensando en sus beneficios a corto plazo. No les importa la explotación laboral ni la degradación medioambiental: la sobreexplotación de los acuíferos, el abuso de pesticidas, la tremenda cuantía de residuos plásticos. Da igual que esto no puede durar: ‘Après nous, le déluge’, ‘Después de nosotros, el diluvio’. La persona que osa decir públicamente lo que todo el mundo sabe, que esto es una forma de agricultura totalmente insostenible y muy dañina para el medio ambiente, es sometida a un ostracismo feroz, o peor.

Afortunadamente, la protagonista también descubre las alternativas, de formas más sostenibles de producir y consumir verduras y frutas. Descubre también que el apoyo social y la solidaridad son herramientas imprescindibles para construir una alternativa a esa realidad violenta, contaminante e insostenible de la agricultura intensiva.

Si esto no es suficiente incentivo para leer esta novela – ojo, ¡son 700 páginas! – hay una segunda trama en el libro que es el desarrollo sexual de la protagonista a través de muchos encuentros de todo tipo. La mayoría de esos encuentros son sórdidas, pero a través de ellas, la protagonista se va descubriendo a sí misma. En fin, lectura recomendada si te interesa la defensa del medio ambiente y si quieres ver cómo un autor masculino describe el desarrollo de la vida sexual de su protagonista femenina.

Ah, y no os olvidéis: comer menos carne y productos lácteos, y comprar frutas y verduras ecológicas, en tu supermercado o a través de cooperativas de consumo, es una forma muy práctica para ayudar al medio ambiente en tu vida diaria.

¡Hasta la próxima!